Desde el resort Mar-A-Lago en Florida y ante un grupo de aduladores, Donald Trump anunció su postulación como candidato a la presidencia de Estados Unidos para 2024. Si bien el ex mandatario nunca ocultó sus intenciones de ocupar nuevamente la Casa Blanca, no era claro el momento que lo haría oficial. Por ello, resulta de gran interés que lanzara su campaña después del desempeño mediano del Partido Republicano en las elecciones intermedias.
Frente a estos hechos, varios análisis se apresuraron en afirmar la erosión del trumpismo sin considerar las fuerzas que lo sostienen.En primer lugar,aunque la mayoría de los candidatos respaldados por Trump fueron derrotados, no se debe subestimar la lealtad partidista. Después del asalto al Capitolio, solo 10 congresistas del partido republicano votaron a favor de someter a juicio político al entonces presidente Trump. De estos 10, solo 2 formarán parte de la nueva Cámara de Representantes de mayoría republicana. Y en segundo lugar, para explicar el éxito del trumpismo no hay que analizarlo o entenderlo como una corriente ideológica. Se trata más bien de un vehículo flexible y oportunista que cristaliza en una misma oferta política diversas agendas del movimiento ultra conservador americano en el plano económico, legal o cultural.Por esta razón, su aceptación ha tenido un amplio alcance en grupos sociales disímiles.
Finalmente, muchas de las causas que explican el triunfo de Trump hace 6 años no se han diluido. Estados Unidos y el mundo atraviesa una transformación estructural, cuyos efectos tecnológicos, económicos y culturales impactan en el desarrollo de las sociedades.En la mitología griega la Hidra de Lerna, era un monstruo que poseía la cualidad de regenerar dos cabezas por cada una que perdía. Donald Trump, como la Hidra, es la cabeza más visible y el síntoma de una profunda crisis social que atraviesa Estados Unidos. Subestimar la probabilidad de su regreso al poder sería un error. Pero también lo sería asumir, que de no concretarlo, dejaría en la orfandad al movimiento que lo encumbró políticamente.
Por: Renata Zilli
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