Coatzacoalcos, Ver.– En medio del bullicio urbano, el calor del asfalto y el ir y venir de los automóviles, hay un gesto silencioso que está marcando la diferencia: trabajadores de las gasolineras del grupo Playa Mar, ubicadas en Coatzacoalcos y Minatitlán, han convertido sus centros de trabajo en pequeños refugios improvisados para perritos callejeros.
Todos los días, sin falta, alimentan, dan agua y cuidan con afecto a los perros que se acercan a las estaciones. Pero su labor no termina ahí: han construido pequeñas casas de madera, para proteger a los animales de la lluvia, el sol y el abandono. Sin hacerlo público, sin buscar aplausos, estos trabajadores han adoptado una causa urgente y humana: la de dar dignidad a los que no tienen voz.
“Llegan solitos, con hambre, mojados, llenos de garrapatas… y aquí ya saben que tienen su comida y su agua”, cuenta uno de los empleados que todos los días comparte un poco de su tiempo y de su sueldo para comprar croquetas. “No los podemos llevar a nuestras casas, pero aquí nadie los corre. Son parte de la familia”, dice.
En un estado donde los casos de maltrato animal han generado indignación y protestas, este acto de humanidad destaca como ejemplo de lo que se puede hacer con voluntad y empatía, aun desde un espacio como una estación de servicio. Algunos perritos incluso tienen nombres, como “Chispa”, “Gaspar” o “Negrita”, y ya reconocen a quienes los cuidan, acompañándolos entre bombas de gasolina, risas y ladridos.
Clientes frecuentes han notado el gesto y, en algunos casos, también han aportado alimento o cobijas. Otros se detienen un momento a jugar con los animales o simplemente a agradecer la labor silenciosa de quienes, sin promesas ni programas oficiales, están salvando vidas todos los días.
En una región golpeada por la violencia, la pobreza y la indiferencia institucional hacia el bienestar animal, estos trabajadores se han convertido en un símbolo de esperanza. Porque aunque no puedan cambiar el mundo entero, sí han cambiado el de cada perrito que ahora duerme seguro entre las sombras de una gasolinera.
Ahí, entre motores y mangueras, florece una pequeña muestra de humanidad.