Suspira Roberto Durán, el Manos de Piedra cuando se le recuerda la fecha del 20 de junio de 1980. Su retrovisor le hace estar parado otra vez en aquel ring de Montreal cuando le ganó a Sugar Ray Leonard.
Cómo vuela el tiempo, son ya 45 años. Yo ya venía con una buena carrera en peso ligero y había hecho siete peleas en welter cuando me dieron la oportunidad por ser el mejor del ranking, no por promotores”.
El favorito era Sugar Ray Leonard, cuyo nombre real era Ray Charles, por la admiración de su madre al cantante. Las casas de apuesta lo ponían 5 a 1 y además volvía a Montreal en donde cuatro años antes obtuvo la medalla de oro olímpica.
La fama de Leonard arrasaba todo, pero Roberto no sólo tenía las manos de piedra, también el alma, que le hacía tener una convicción por ganar. Nacido en la pobreza de El Chorrillo en Panamá, se sugiere, aunque ni él mismo lo sabe, que su padre era de ascendencia mexicana, “sólo sé que era un chicano de Arizona, soldado, que había ido a mi pueblo por misión y embarazó a mi madre. Nunca lo volvimos a ver”.
15 SANGRIENTOS EPISODIOS
La pelea pactada fue un torbellino de expectativas que se cumplieron en 15 sangrientos y desafiantes rounds.
Cuando le anulas el jab a un boxeador lo obligas a cambiar su estrategia. Fue lo que hicimos en esa pelea, quitarle el jab a Sugar, hacer que entrara al boxeo cuerpo a cuerpo y en eso yo llevaba una ventaja, que él no sabía con qué mano le iba a dar, entonces pude meter la izquierda muchas veces hasta que lo acabé”.
Y fue así. Leonard promedió cinco jabs menos por round en esta pelea que en sus siguientes 16 enfrentamientos, según confirmó Compubox.
Con un ojo, Durán mantuvo a raya a Sugar Ray y con el otro preparaba la dinamita de sus puños. Con el paso de la pelea, un ciclotímico Sugar varió en su estrategia muchas veces y cayó quizá en el error de pelear a la par de la fortaleza de Durán. No se deslizó con la suavidad de las botas mantequilladas que lo caracterizaba, sino que se aferraba al centro del cuadrilátero en un frenesí de golpes que le fueron acabando la resistencia.
Pegaba demasiado duro... yo también, pero sus golpes me hacían retumbar la cabeza como si me fuera a estallar”, confesó Leonard años después.
El resultado fue confuso. Un juez dio empate y el anunció de la decisión mayoritaria a Durán, aunque en realidad fue unánime cuando se revisaron las tarjetas, como sea, la victoria de latinoamerica estaba consumada.
Siento que hasta ese momento se me reconoció todo lo que hice en el boxeo. Ya era campeón del mundo antes, pero ganarle a Leonard significó que me llegara todo lo que siempre quise tener”.
A los cinco meses se pactó la revancha. La Reyerta en Montrealcomo se bautizó a la función había sido tan buena que el representante de Roberto Durán apenas le dio tiempo de prepararse, aunque en realidad la fama y el mareo del éxito lo llevaron a perder disciplina. “No me dieron tiempo de entrenar bien, me sorprendí cuando dieron la revancha tan rápido”, afirma Durán al tiempo que recuerda la pelea en el Louisiana Superdome después, famosa por el “No más”, pero esa es otra historia.
EXCELSIOR