
Tomar agua alcalina no “cura” ni previene enfermedades graves; lo que sí aporta es hidratación y, en algunos casos, mejoría digestiva ligera.
En el súper, en redes y hasta en los gimnasios, el agua alcalina aparece como “la opción saludable” que supuestamente hace más que hidratar. Hay quien menciona un alivio de la acidez, quien la toma para “equilibrarse” y quien la compra solo porque suena mejor que el agua de siempre.
Se escucha bien, sí, pero lo importante es separar lo probable de lo comprobado para tomar decisiones con cabeza fría.
¿Qué es el agua alcalina y en qué se diferencia del agua normal?
El agua alcalina es agua con un pH mayor a 7, generalmente entre 8 y 10. Ese pH más alto puede ser natural —cuando proviene de manantiales ricos en minerales como bicarbonato, calcio o magnesio— o puede obtenerse mediante procesos industriales, como la ionización o electrólisis
De acuerdo con Mayo Clinic y Harvard Health: el cuerpo humano mantiene el pH de la sangre en un rango muy estrecho (aproximadamente 7.35–7.45) gracias al trabajo coordinado de los pulmones y los riñones.
Esto significa que beber agua alcalina no alcaliniza tu sangre de forma significativa si eres una persona sana. Lo que sí puede cambiar de manera leve es el pH de la orina, porque es una vía de eliminación natural del cuerpo.
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