¿Hasta dónde llegarías por tu comida favorita? Max, perrito de cuatro años con una pasión muy seria por los burritos de desayuno, tiene la respuesta, pues caminó ocho kilómetros solo, en plena noche, para intentar conseguir uno.
Esta tierna historia comenzó una noche tranquila en Langford, Dakota del Sur, cuando Max aprovechó un descuido de sus dueños para poner en marcha su "misión burrito", y para ejecutarla, espero a que todos se fueran a dormir para hacer de las suyas.
Eran las 11:39 p.m. cuando se escabulló por la puerta del garaje sin que su familia se diera cuenta. Mientras todos dormían, él emprendía una caminata épica de dos horas campo a través, directo a su tienda de conveniencia favorita.
Lo más curioso es que Max ya tenía historial con ese lugar, tiempo atrás, los empleados le dieron un burrito y quedó tan encantado que lo grabó en su memoria y al parecer también en su corazón.
Pero esta vez, este perrito no calculó bien el tiempo, pues cuando llegó, la tienda estaba cerrada. ¿Qué hizo Max? se sentó y esperó pacientemente durante cinco horas hasta que la tienda por fin abriera.
Mientras tanto, en casa, sus dueños, Sara y Nathan Olson, se despertaron con varias alertas del GPS de Max. Sara revisó el celular y vio el recorrido nocturno y así se dio cuenta de que su perro había salido a altas horas de la noche, atravesado campos y llegado directo a su objetivo.
"Parecía una misión planificada", contó Sara, aún sorprendida. "Fue directo al pueblo, cruzando en diagonal los campos como si tuviera Google Maps".
En tanto, Max, después de esperar sin éxito su burrito, no se dio por vencido y decidió seguir su instinto y su olfato hacia la casa del novio de Emily, la hija de la familia. Lo curioso es que nunca había estado ahí antes.
"Debió de olerlo desde kilómetros", bromeó Sara. "Los grandes Pirineos tienen un olfato increíble".
Desde aquel día, los Olson han aprendido la lección, si Max quiere burritos, Max tendrá burritos. Ahora le preparan uno casero cada mañana para evitar futuras escapadas épicas.
Rescatado hace dos años cuando vagaba como perrito callejero, Max encontró en esta familia algo más que un hogar, encontró también su desayuno ideal.
"Es un perro increíble", dice Sara con una sonrisa. "Es el primero que realmente me hace sentir que está agradecido de vivir con nosotros".
EXCELSIOR