Los antioxidantes son sustancias que se supone que nos protegen de los daños causados por el estrés oxidativo, un proceso que ocurre cuando hay un desequilibrio entre las moléculas que producen y eliminan el oxígeno reactivo en nuestras células. El estrés oxidativo se ha relacionado con muchas enfermedades graves, como las cardiovasculares, el Alzheimer, el Parkinson y el cáncer.

Actualmente, mucha gente consume antioxidantes con la esperanza de prevenir estas enfermedades, pero lo que no saben es que no todos los antioxidantes son buenos. Algunos pueden tener el efecto contrario y generar más oxígeno reactivo, lo que aumenta el estrés oxidativo.

¿Cómo es posible esto? Pues porque los antioxidantes tienen una estructura química especial que les permite captar electrones de otras moléculas y así estabilizarlas. Estas moléculas inestables se llaman radicales libres y son las responsables del estrés oxidativo. Pero los antioxidantes también pueden absorber luz y transferir su energía a otras moléculas, como el oxígeno, y convertirlas en radicales libres. Esto se llama efecto pro-oxidante.

Entonces, ¿cómo saber qué antioxidantes son buenos y cuáles no? La verdad es que no es fácil, porque depende de muchos factores, como la dosis, el tipo de molécula, el ambiente celular y la interacción con otras sustancias. Por eso, lo mejor es no abusar de los antioxidantes comerciales y consultar con un médico antes de tomarlos.

Una forma natural y segura de obtener antioxidantes es consumir frutas y verduras de temporada y de diferentes colores. Estos alimentos contienen pigmentos que actúan como antioxidantes y que tienen la ventaja de estar en pequeñas cantidades y ser variados, lo que reduce el riesgo de efectos pro-oxidantes.

Recuerda, un medicamento es para curar y no debemos consumir por consumir cápsulas y tabletas que nos recomiende nuestro compadre o la publicidad. Mejor hagámosle caso a la naturaleza, al médico y a nuestros buenos hábitos y dejemos de jugar con nuestra salud. Y no le tengamos miedo a los químicos, que son buenas personas.

Por Dr. Ángel Trigos Landa, Centro de Investigación en Micología Aplicada UV.

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