Más allá de las personas gigantes que nos muestran las películas de ficción, también debes saber que existen árboles de un gran tamaño. Las secuoyas gigantes viven a grandes altitudes y resisten el frío, las nevadas y los rayos sin dejar de crecer en tamaño y fortaleza.
La corteza de una secuoya gigante puede ser la más gruesa de todos los árboles que conocemos: en algunos ejemplares, la capa exterior de corteza mide más de 60 centímetros de espesor en la base. Este formidable exterior proporciona a los árboles una protección súper potente. Su corteza tampoco contiene resina inflamable y si se encendiera en un incendio forestal, la circunferencia evitaría que las llamas llegaran a la madera del interior.
El árbol más grande de la Tierra nace de una semilla muy pequeña. Los animales como las ardillas, los polluelos y los escarabajos juegan un papel decisivo en la ruptura de los conos de las secuoyas y en la dispersión de los contenidos. Además, las secuoyas gigantes liberan entre 300,000 y 400,000 semillas por año.
A pesar de su vejez, el gigante no se ha ralentizado en absoluto. La producción anual de madera de secuoyas más antiguas es en realidad mayor que la de especímenes más jóvenes. Y si bien tres milenios pueden ser más tiempo de lo que puedes pensar, no es un récord: los pinos de Bristlecone y los árboles de Alerce viven para ser más antiguos que las secuoyas gigantes.
Si tienes la oportunidad de visitar el Secuoya National Park en Estados Unidos, no olvides tomar una foto y comparar qué tan pequeños somos ante su inmensidad.
Arely Alarcón Valladares
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