Si creías que el animal más rápido del mundo era el guepardo, te diré que no es así, en realidad se trata de una majestuosa ave; el halcón peregrino. Es una especie de ave falconiforme de la familia Falconidae de distribución cosmopolita. Tanto el nombre científico como el nombre en español de esta especie significan «halcón viajero», a causa de los hábitos migratorios de muchas poblaciones del norte.
Estos halcones son unos cazadores formidables que atrapan a otras aves (y murciélagos) en pleno vuelo. Los halcones peregrinos cazan desde lo alto. Cuando avistan a una presa, se lanzan en un brusco y vertiginoso picado que puede alcanzar los 320 kilómetros por hora. Toda su anatomía parece diseñada para un solo fin: aumentar su velocidad. Y, para no hurtarle ni una pizca de aerodinámica, su cola tiende a esconderse debajo de sus alas cuando inicia su tremendo vuelo en picada.
Para proteger sus ojos a tan tremendas velocidades, los halcones usan sus membranas nictitantes o también llamado tercer párpado, para dispersar las lágrimas y despejar de escombros sus ojos mientras, al mismo tiempo, mantiene la visión.
Los halcones peregrinos se encuentran entre las aves rapaces más abundantes del planeta, y están presentes en todos los continentes, haciendo una excepción en la Antártida. Prefieren los grandes espacios abiertos y prosperan cerca de las costas, donde abundan las aves marinas. Si bien, habitan en todo tipo de entornos, desde tundras hasta desiertos. Incluso se han dado casos de halcones peregrinos que viven en puentes y rascacielos de grandes ciudades.
Ver su vuelo es espectacular y de admiración en cuanto a su gran rapidez, además del bello plumaje grisáceo del halcón peregrino. Cuando tengas la oportunidad, mira hacia el cielo y quizá tengas la dicha de ver a uno de estos ejemplares.
Arely Alarcón Valladares
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