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#InformaciónEcoLógica ¿Hacia dónde se encamina el mundo?

De InterésAbril 20, 2021
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Hace unos pocos días perdió la vida mi amigo Jerson Sastré Castelán (21 septiembre 1971 - 11 de febrero de 2021), de manera por demás trágica y prematura. Mantuvimos un lazo de amistad fraternal por casi cuatro décadas que, anecdóticamente, iniciaron gracias a un pequeño murciélago lastimado que encontramos en el parque Los Tecajetes, y que llevamos al taller de gobelino y macramé de la Escuela Secundaria Técnica No. 3. de Xalapa (donde trabajaban sus padres, doña Celita y don Rufino), por allá de 1983.

Con los precarios cuidados que pudimos proveer al pequeño quiróptero (del griego khéir = mano y pterón = ala, es decir mano transformada en ala), éste se recuperó y recuerdo haberlo visto volar en círculos y colgarse boca abajo sobre los telares antes de escapar del taller. Ese se volvió en el primer recuerdo de incontables vivencias e historias que pasamos, entre las que se cuentan un par de proyectos editoriales.

El día de hoy, con la aprobación de la entrañable familia de mi amigo, y en particular con mi agradecimiento a Diana, Christhian, Yedidáh, Yajtsiel y Yesimjáh, quiero recuperar y transcribir -casi integralmente- un texto publicado por Jerson en junio de 1986, en el NOTI-BUHO Año I Núm. 2, periódico estudiantil de la Técnica 3, bajo la dirección de otro entrañable amigo, Daniel de J. Ruiz Flores.

Tengo que reconocer que me produjo una cierta sensación de desasosiego leer de nuevo este texto escrito hace 35 años por un estudiante de secundaria, en ese entonces de escasos 15 años, en el que abordaba las problemáticas que en esa época nos preocupaban. Hay que recordar que estábamos viviendo lo que sería el final de “la segunda guerra fría”, y que apenas unos pocos años más tarde seríamos testigos de la caída del Muro de Berlín (1989) y la ruptura de la URSS (1991).

Algunos de esos peligros parecerían haber quedado atrás, pero la verdad es que la mayor parte de las preocupaciones que fueron planteadas en ese texto siguen siendo vigentes, y que debemos agregar una más que muy pocos llegaron a advertir: los riesgos de salud pública asociados a epidemias de alcance global –pandemias.

Hago la misma pregunta que mi amigo Jerson y agrego dos cuestiones más: ¿Cómo será nuestro futuro? ¿Estamos pensando en las posibles consecuencias de nuestras acciones para las siguientes generaciones? ¿Estamos al menos pensando en plantear soluciones a largo plazo para dejar a nuestros hijos, o le estamos dejando completamente los problemas y la responsabilidad a ellos?

¿Hacia dónde se encamina el mundo?

Jerson Sastré Castelán (+) Redactado en Junio de 1986

¿Alguna vez nos hemos preguntado los problemas que habrá en un futuro no muy lejano? (Yo creo que) no. Y si algunos lo han hecho, no creo que traten de transmitir ideas para solucionarlos antes de que crezcan y se hagan más grandes.

Sombrías predicciones de guerra nuclear han empezado a oírse en los círculos políticos y científicos. Se teme, en efecto, una guerra nuclear, limitada y regional... pero devastadora. Este temor no

parece infundado cuando se considera que hasta treinta y un países podrían tener armas nucleares en el año 2000, y que el terrorismo internacional tendría alguna probabilidad de conseguir armas de ese tipo para sus propios propósitos.

Otros temores no menos infundados conciernen a la contaminación ambiental, el desequilibrio ecológico y el deterioro de la calidad de vida. La opinión pública percibe, por un lado, el carácter irreversible de la industrialización. La esperada explosión demográfica y la amenaza del hambre hacia finales del siglo son factores de inmenso peso económico.

Todo ello tendrá un impacto inmediato en la calidad futura de la vida. Se teme la aparición de una sociedad más eficiente, técnica y productiva, pero más impersonal, sometida a los refinados procedimientos de manipulación de la nueva ingeniería. Los desafíos de poder serán no sólo políticos sino también tecnológicos. Ambos podrán construir o destruir completamente. De ellos dependerá la supervivencia de la especie humana. A pesar de su claro pesimismo, el presente tiene sus sueños y abriga numerosas esperanzas.

La primera involucra a la fuente misma de algunos males: la tecnología. Casi todos esperan que ella misma sea la primera en contribuir a la disipación de los temores. Cada problema podría ser resuelto con ayuda de un sorprendente invento. Otra esperanza concierne a la libertad del hombre. Se espera que la automatización y computarización de numerosas actividades libere la inteligencia del hombre para atender los problemas esenciales, como los de la paz, el hambre, la sobrepoblación y la destrucción del entorno.

De alguna manera, según algunas predicciones, en el año 2000 un 80% de la población del sudeste de Asia, del continente africano y de América Latina sufrirán hambre. Los especialistas estiman que de la superficie del Globo solamente es cultivable el 13%, área que se reduce cada año en 14 millones de ha, debido a la construcción de carreteras y viviendas, y a la desertificación y erosión del suelo. Por otro lado la Tierra tiene unos 1400 millones de kilómetros cúbicos de agua, de los cuáles sólo el 3% son de agua dulce. A esta cantidad debe restársele todo lo inutilizado por la contaminación.

Se anuncia la aparición de un círculo vicioso entre las deficiencias de producción y la explosión demográfica, proceso que acarrearía el hambre y el desplome de algunas economías nacionales hacia el año 2050.

Por último, se predice una desproporción creciente entre las naciones ricas y pobres, aumento sistemático en los precios de alimentos, severa escasez de agua en numerosas regiones, deforestación persistente (hasta 20 millones de ha anuales), deterioro de los suelos, aumento de la concentración de dióxido de carbono atmosférico y extinción de numerosas especies vegetales y animales.

¿Cómo será realmente nuestro futuro? No lo sabemos. Es en parte impredecible, según la responsabilidad o la indiferencia con la que lo abordemos, procurando no olvidar los costos del futuro, en función de los beneficios del presente.

Por: Alexandro Medina Chena

 #CienciaEcoLogia

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