Con la llegada de la primavera, miles de aves emprenden vuelo desde sus residencias vacacionales en América Latina y el Caribe, hasta América del Norte. En estos viajes titánicos, aves de muchas especies, de todos los tamaños y colores, vuelan cientos de miles de kilómetros en días o semanas, para llegar a los sitios donde buscarán pareja, construirán sus nidos y tendrán crías. Todo para que en pocos meses después, en otoño, realicen el mismo circuito de vuelta al sur, ahora en compañía de sus hijos.

La razón principal por la que migran las aves es el alimento. Antes de que las condiciones climáticas propicien el agotamiento de los recursos, las aves se van preparando, acumulando grasa en el cuerpo que les permita llegar a su destino con la suficiente energía. Se ha estimado que el colibrí garganta rubí, con tan solo 5 g de peso, puede migrar alrededor de 2,200 km entre América Central y el Este de Estados Unidos. Nada mal para un ave tan pequeña.

La mayoría de las especies de aves canoras, acuáticas y playeras viajan de noche, debido a que hace menos calor y están más seguras de los depredadores. Mientras que las especies planeadoras como las aves rapaces (águilas, aguilillas, gavilanes, halcones y milanos), zopilotes, entre otras, viajan de día, aprovechando corrientes ascendentes de aire calentadas por el sol. Una de las aves rapaces que puede recorrer las distancias más largas es el aguililla de Swainson, puede recorrer de 6,000 a 12,000 km desde el centro de Argentina hasta el Suroeste de Canadá. Pero ¿Cómo pueden recorrer distancias tan grandes estas aves?

Diversas investigaciones han demostrado que las aves utilizan llamadas “autopistas de viento”, las cuales tienen entrada y salida. Cual danza sincronizada y elegante, las aves siguen las corrientes de aire tomando un punto de entrada, dejándose llevar por el vórtice que las hace planear en círculos mientras ascienden en el cielo, hasta encontrar el impulso de salida que les permita seguir volando hasta perderse en el horizonte. Esto las beneficia ya que así utilizan menos energía. Además, las aves, están genéticamente programadas para volar en cierta dirección, pero a medida que adquieren experiencia con la edad, van incorporando la información aprendida, lo que les podría ayudar a optimizar más sus vuelos. De esta manera, si encuentran alguna ubicación particular que sea buena, para reproducirse o pasar el invierno, podrán retornar a esta misma ubicación en un futuro.

En los siguientes días, si las condiciones ambientales lo permiten, se podrán ver aves migratorias surcando los cielos del centro de Veracruz. El mirador del Parque Ecológico Macuiltépetl es un buen sitio para apreciar esté fenómeno. Los invito a mirar hacia el cielo durante estos meses de primavera en las mañanas y al atardecer, para que disfruten del espectáculo que ofrece una de las migraciones más grandes de nuestro continente. Hasta para el observador más experimentado seguro será un momento muy entretenido de presenciar.

Hasta la próxima.

Por: Miguel A. San Martín Cruz

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