Las ideas requieren ser plasmada en algún lugar para permanecer, ya sea en un objeto o algún tipo de superficie. Nuestros antepasados prehistóricos preservaban ideas, acontecimientos y hechos importantes en las paredes de sus cavernas, para compartirlos y guardarlos más allá de la memoria. Con el paso del tiempo, los mensajes se hicieron cada vez más largos y complejos, con ello requirieron de códigos que los agruparan, comprimieran y transmitieran. Así nace la escritura, inicialmente en sitios fijos, pero con el tiempo requirió de su portabilidad.

La escritura se convirtió en una viajera y para ello, necesitó de la adopción, manufacturación, o modificación de distintos objetos según los alcances y posibilidades de su entorno. Estos objetos se convirtieron en los primeros medios de comunicación escrita.

 Todas las principales culturas del mundo crearon su propia escritura y objetos, inicialmente eran una extracción de aquellos primeros medios fijos: lajas de piedra, tablas, tabletas de arcilla, cortezas, y pieles de animales. Conforme se refinaba la escritura y sus usos, se generaron objetos especializados mucho más ligeros, a partir de fibras de plantas, por ejemplo el papiro en Egipto, el papel arroz, el papel hecho con fibras de algodón y el de seda en China y otras culturas asiáticas, y en Mesoamérica papeles fabricados con fibras de maguey y del amate, por mencionar algunos. Posteriormente, mediante tratamientos sofisticados se crea el papel, tal y como lo conocemos en nuestros días.

Nuestros antepasados mesoamericanos tuvieron la misma necesidad que tenemos ahora: expandir el rango comunicacional conforme se dispersaban en el territorio, transmitir mensajes a la distancia con poblados vecinos, regular acciones sociales, preservar acuerdos territoriales, normas y reglas de uso de los recursos e interaccionar con otros dando a conocer sus hallazgos y descubrimientos, dar difusión a las grandes hazañas de los guerreros y gobernantes, recordar tributos y funciones estéticas como el arte, la poesía y la literatura. También, poder preservar, almacenar y transmitir a futuras generaciones todo lo anterior y más. Uno de los medios de escritura prehispánicos de nuestro país es el actualmente conocido como papel amate.

El papel amate, seguro lo conoces, ha cambiado poco desde aquellos tiempos donde se inventó a partir de las fibras de árboles de jonote. Los cuales comprenden varias especies del género ficus también conocidos como higueras y otras especies como Trema micrantha, también conocida como capu o jonote rojo. Estas especies son su principal materia prima.

Actualmente, su manufactura se mantiene casi de la misma forma que en la época prehispánica en una comunidad llamada San Pablito Pahuatlán, un pueblito otomí ubicado en la Sierra Norte del Estado de Puebla. Aunque ha pasado por muchas dificultades en el uso y manejo de los árboles de los que dependen.

Si quieres saber más sobre este importante recurso natural y cultural de nuestro país, entonces te esperamos el próximo martes dos de marzo en la charla “El papel amate: árboles tropicales utilizados para su elaboración” por Citlalli López Binnqüist, investigadora del Centro de Investigaciones Tropicales de la Universidad Veracruzana.

Nos vemos a las 5 de la tarde, por https://sabadosenlaciencia.webex.com/meet/tardesdeciencia son totalmente gratuitas y también se transmiten por Facebook Live en @SabadosenlaCienciaXal

Información con Ciencia para Oliva Noticias Multimedios

Gladis Yañez y Rodrigo López de Sábados en la Ciencia 

Facebook: Sábados en la Ciencia 

#CienciaEcoLogia