Córdoba, Ver.- El Centro de Bienestar Animal de Córdoba atraviesa una de sus peores crisis. Los integrantes del organismo, José Algarín Durán y Dione Sánchez Merino, denunciaron públicamente que los animales rescatados sobreviven entre la desnutrición, la falta de medicamentos y la indiferencia del Ayuntamiento, encabezado por el alcalde Juan Martínez Flores.
Actualmente, 17 perros permanecen en el refugio sin alimento suficiente, sin atención médica y sin condiciones mínimas de higiene.
La situación ha obligado a suspender la recepción de nuevos casos, a pesar de los constantes reportes ciudadanos de maltrato y abandono animal.
Según el Consejo, la culpa no recae en la encargada del lugar, la doctora Aurora Betancourt, sino en la omisión sistemática del gobierno municipal, que ha dejado de proveer los recursos que por ley debe entregar.
“La realidad supera el discurso. No hay croquetas, no hay productos de limpieza, no hay medicamentos. Lo que sí hay es propaganda y simulaciones”, señalaron los activistas, quienes hicieron un llamado urgente a la ciudadanía para donar insumos ante la total ausencia del gobierno.
Acusaron directamente a la regidora cuarta, María Luisa Martínez Ramírez, presidenta de la comisión de Bienestar Animal, de engañar a la población con promesas, las cuales incumple y de solapar el desvío de recursos.
Las condiciones del refugio son alarmantes, expusieron y dijeron que existen jaulas oxidadas, instalaciones deterioradas y personal que opera en medio de carencias extremas.
Las imágenes que circulan en redes sociales muestran perros visiblemente enfermos y en condiciones deplorables, lo que contradice frontalmente los discursos oficiales del Ayuntamiento.
Afirmaron que mientras el alcalde y el Cabildo destinan el presupuesto a fines propagandísticos y beneficios personales, es la ciudadanía quien tiene que asumir las responsabilidades básicas de un gobierno ausente.
El caso del Centro de Bienestar Animal se ha convertido en un símbolo del deterioro institucional en Córdoba, donde, según sus denunciantes, no solo se ha perdido el rumbo, sino también la vergüenza.
Juan José Enríquez