Salió de Palacio Nacional y la versión cobró peso con el paso de los días: la logística morenista rumbo a las elecciones del 2027 no estaría en manos de Luisa María Alcalde, sino de Andrés Manuel López Beltrán, lo cual implicaría un cambio nominal en la dirigencia del movimiento.

La presidenta Sheinbaum se lo ha pensado bastante en el afán de recargar la responsabilidad en el hijo de su antecesor, pues aunque no salió bien librado de la última elección (y varios le achacan los tropiezos en Durango), podría servirle de relanzamiento como corcholata hacia el 2030.

La elección del 2027 podría ser la tumba de Andrés López Beltrán o de plano, la última oportunidad que tenga de ganarse el respeto de las personalidades relevantes del partido; de ahí que se baraje (seriamente) dejarle la presidencia del movimiento que creó su padre.

Sin embargo, se ha pensado también que para no arriesgar la importante elección intermedia a la presidencial (en la cual varios querrán meter mano), exista alguien con oficio que haga mancuerna con López Beltrán: Martí Batres.

Y aunque no es algo que atraiga mucho al titular del ISSSTE, si la presidenta Sheinbaum se lo pide más de una vez acabará aceptando. Hubo también quien sugirió ofrecer la dirigencia de Morena al subsecretario de gobernación, César Yáñez, y es un escenario que podría darse.

Por su parte, Luisa María Alcalde sería colocada en la Secretaría del Bienestar, o bien, en la Secretaría de las Mujeres, desde donde también apoyaría las tareas del movimiento cada que fuera necesario.

Sin importar el movimiento que se registre en el cambio de dirigencia de Morena, Andrés López Beltrán continuará en el mismo cargo que ostenta, a menos que sea él (como se comentó líneas arriba), quien asuma el cargo más alto del partido. M

Veremos qué ocurre y si de verdad ocurre.

Por Alejandro Aguirre Guerrero

X: @aaguirre_g