Desde que Estados Unidos se convirtió enpotencia, ha sido reacio para admitir que existen países con quienes sostiene una relación especial. En plena Guerra Fría, en un discurso en la academia militar West Point, el ex Secretario de Estado Dean Acheson afirmó que Estados Unidos no poseía una sola relación especial, sino muchas. Y aunque el comentario fue motivo de indignación para los Británicos, a quienes iba dirigido, no era un hecho aislado. Tanto la observación de Acheson, como la de su predecesor, John Foster Dulles quien declaró que Estados Unidos no posee amigos sino intereses, sintetizan la política exterior de Washington por más de medio siglo. Y aunque la realpolitik está de vuelta en el tablero de la política global, hoy Estados Unidos sí necesita amigos y la Unión Europea es quizá el más especial.

En días pasados, la presidenta de la Comisión Europea Ursula Von der Leyen viajó a Washington D.C. para reunirse con el presidente Joe Biden en un momento crítico para Europa y la seguridad del sistema internacional. Sin duda, la prioridad en la agenda es continuar con los esfuerzos para atender los efectos derivados de la invasión de Rusia a Ucrania, como el precio global de los energéticos, la asistencia humanitaria a Ucrania y la coordinación conjunta para continuar con la aplicación de sanciones a Rusia.

Sin embargo, previo a la guerra, el mundo ya se encontraba en un punto de transformación estructural impulsado por la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China. Como parte de su estrategia para frenar el avance chino, Estados Unidos ha implementando una serie de medidas para aislar a Beijing de su proveeduría tecnológica, como el control de exportaciones sobre empresas en suelo estadounidense y en territorio europeo, destacando el caso de los Países Bajos. Además, el gobierno de Biden ha promovido una serie de iniciativas legales como la ley Chips y la ley de Reducción de la inflación que asignan subsidios y créditos a empresas norteamericanas para impulsar su competitividad. Si bien para Canadá y México, socios de Estados Unidos en el T-MEC, estas medidas pueden resultar atractivas, pues atraen inversión a la región, en términos generales esta normatividad es discriminatoria para el resto de los países y eso incluye a la Unión Europa.

La visita de Von der Leyen a la Casa Blanca se inscribe en esa preocupación. La Unión Europea no puede ser alienada de la carrera tecnológica y las políticas de Washington, especialmente porque se trata de un aliado indispensable para abordar las dos preocupaciones más importantes de la estrategia de seguridad nacional de EEUU: China y Rusia. Invariablemente, la relación trasatlántica será el pilar sobre el cual se sostendrá el orden internacional liberal. Y si el eje Beijing-Moscú continua in crescendo y atrayendo nuevos adeptos, será un buen momento para que Estados Unidos no solo piense en intereses, sino en hacer buenos amigos. Los necesitará.

Por: Renata Zilli

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