La integración económica de América Latina, es una idea que ha rondado el pensamiento en la región a través de los siglos. Es una aspiración tan antigua que antecede a la vida independiente de los países. A raíz de la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) celebrada hace unas semanas en Buenos Aires, Argentina y con el retorno de Brasil al foro, regresa a la conversación esta añorada ambición de instrumentalizar el desarrollo de los países latinoamericanos a través de la integración productiva regional.

Desde luego existen múltiples interpretaciones que explican los fallidos intentos integracionistas. Por ejemplo la poca inversión en infraestructura, las deficientes conexiones logísticas, la incompatibilidad de los ciclos económicos o la fragmentación de acuerdos comerciales. Y aunque cada uno de estos elementos contribuye a explicar por qué en más de 200 años no hemos podido establecer una zona de libre comercio el continente, el diagnóstico resulta incompleto si omitimos el factor político y la histórica sumisión del multilateralismo ante las ideologías imperantes.Por consiguiente, la trascendencia y el éxito de un proyecto económico y social a nivel regional, como señaló el presidente de Uruguay Luis Lacalle Pou en su discurso, se alcanzará cuando se deje de pensar en las instancias multilaterales como clubes ideológicos. De lo contrario, seguiremos fragmentando el continente en organismos cuya vida útil estará sujeta a vaivenes políticos al tiempo que culpamos a potencias extranjeras de nuestros fracasos internos.

Pero además de voluntad política, la gran ausente a través de los años también ha sido la congruencia. En más de una ocasión el presidente López Obrador ha sugerido emular el proyecto de la Unión Europea y en el video que mandó a la CELAC no fue la excepción. Me surgen más preguntas que respuestas ¿Considerará el presidente López Obrador en su propuesta que el modelo Europeo se basa en las cuatro libertades, de bienes, servicios, capitales y personas? De ser así ¿estaría México dispuesto a garantizar el libre tránsito a todos los habitantes de la región, cuando en la actualidad México le impone visa a 19 de los 33 países? ¿Será parte de la perspectiva del presidente que los impuestos a la exportación que su gobierno ha asignado al maíz son lo opuesto al libre comercio? Y finalmente ¿tendrá en consideración que el principio democrático y la defensa de los Derechos Humanos son causales del éxito del modelo Europeo?En la declaración de Buenos Aires del 24 de enero, los signantes también acordaron defender la democracia y los Derechos Humanos, a pesar de que entre los asistentes hay países que ni son democracias ni respetan los derechos humanos. El espacio que existe entre lo que se dice y se hace se llama congruencia. Ojalá y también se adopte como política de Estado de cara al futuro.

Por Renata Zilli

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