Quiero referirme a este año que está por finalizar, un 2020 vertiginoso; donde la contingencia nos hizo ver la fragilidad de la vida humana, que en ocasiones pareciera efímera. Donde el encierro, la distancia y la incertidumbre han invadido nuestro planeta. Un virus que nos hizo enmascararnos y ocultar la identidad, un virus que altero nuestras vidas y que nos hizo reflexionar y valorar el sentido de nuestra existencia. Y es que no es sencillo renunciar a la dinámica habitual y adaptarnos a este cambio.
Si bien golpeó económicamente a todos, hubo algunos que salieron mejor librados que otros. El reflejo de todo ello lo iremos conociendo en el transcurso del tiempo. Y es por esto la importancia de las medidas que cada estado y municipio adopten para mitigar el impacto.
Aún con la llegada de la vacuna como salvavidas, hay una interrogante ¿vale la pena regresar a la normalidad de antes o habremos perfeccionado acciones que la cambiarán? Vaya que ha sacudido y puesto de cabeza las cosas en nuestro país como en el resto de las naciones. Tanto cambió nuestras vidas que las pantallas se convirtieron en la ventana de comunicación con otros, esto en el mejor de los casos; en muchos otros no tuvieron la misma oportunidad y salieron en busqueda de trabajo y dinero.
Tendremos que aprender a vivir y convivir con este virus que será complicado erradicar por completo. Seguramente hallamos áreas de oportunidad que nos están haciendo perfeccionar habilidades, capacidades y conocimientos para acercarnos a la ruta que requiere y necesita nuestro país y nuestro planeta.
De todo se aprende y nunca es tarde para retomar el rumbo, por más complicado que parezca. Seamos esos agentes de cambio que generen las condiciones para impulsar desde nuestras ciudades el desarrollo social y económico.
Les mando un fuerte abrazo, y que tengamos todos, un 2021 muy venturoso.
Por: Ing. Alejandro Baizabal
Twitter: @alexbaiz
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