No cabe duda que la pandemia del Coronavirus ha expuesto los modelos y estrategias de algunos países. La vulnerabilidad los pone a prueba para repensar algunas decisiones y no los lleve a pique.
En este momento México se encuentra en fase 3, es decir, en el ojo del huracán. El punto más crítico de la propagación del virus. Donde las medidas se deben fortalecer aún más.
¿Y después de esto qué sigue? Nada volverá a ser igual, la forma de trabajar, de convivir y de comunicarnos tendrá un toque diferente después de todo esto.
Y voy al tema hidrocarburos. Es un sector que ha sufrido caídas y de las mismas se ha levantado una y otra vez. Un recurso que demuestra una vez más que sigue dominando al mundo. Tenemos petróleo para varios años más, pues sus derivados van más allá de los combustibles.
Es cierto que México se vuelve cada vez más vulnerable en materia energética, las cifras lo marcan. Tenemos a la empresa petrolera más endeudada del mundo, a un país con déficit estructural, poco desarrollo tecnológico, entre otros más. Por ello es importante aterrizar proyectos de eficiencia y transición energética.
Ante ello se plantea la idea de fortalecer la seguridad energética, la cual se entiende como la entrega en tiempo y forma, de forma asequible y segura del producto a los consumidores. Ante ello existen varios eslabones muy bien identificados donde se deben enfocar los esfuerzos. Hoy en día lo vemos con la capacidad raquítica de almacenamiento de petróleo y combustibles.
Pemex está a tiempo de transformarse para ser lo que algún día fue y de mejor forma. Para ello requiere de una visión tecnológica y de vanguardia. Y sobre todo, enfocarse en el músculo de la empresa y crear alianzas para compartir el riesgo y generar certidumbre financiera.
Por Ing. Alejandro Baizabal
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