Los procesos internos de selección de candidatos que realizan los partidos políticos se ajustan a la legislación electoral vigente, a sus normas internas registradas ante el Instituto Nacional Electoral y a los principios establecidos para las precampañas. Se dice que las precampañas sólo podrán realizarse dentro de los procesos internos de selección de candidatos.

Pero la realidad es que todos los ciudadanos nos vemos inmersos dentro de esos procesos internos, nos guste o no, los partidos políticos con el beneplácito de la autoridad electoral y la ley, nos involucran en un proceso que pese a que se llama interno, permea en toda la sociedad, generando un desgaste y hartazgo innecesario, pues después de las precampañas vendrá el tiempo de las campañas.

De manera particular, atreves de los medios de comunicación el INE solapa un abuso en el uso de los spots publicitarios, que de manera tortuosa los ciudadanos tenemos que estar soportando todos los días y a todas horas en las diversas plataformas multimedia. Desde canciones que se pretenden virales, frases trilladas, promesas repetitivas, etc. Ya estamos cansados de eso, pero la ley lo sigue permitiendo y la autoridad electoral es insensible al sentir popular.

Si se trata de un proceso interno de selección de candidatos de cada partido, el esquema a seguir debería ser totalmente interno en la vida de los partidos, que involucre a su militancia y dirigencias. Que se busque un verdadero esquema, donde los recursos que se utilicen no sean públicos (el espacio en los medios es un recurso público), sino que sea con dinero propio de los precandidatos o de los partidos (aunque también son públicos). No debería ser el uso del dinero un factor de triunfo para los precandidatos.

Cada precandidato, así como ya siendo candidatos, deberían centrar sus baterías en la exposición de las ideas y las propuestas, en el debate de los proyectos y las plataformas político-electorales que cada uno enarbola, en que cada uno defienda su proyecto de nación y la visión de país. No debe ganar quien gaste más o salga más tiempo en medios de comunicación o lleve más tiempo en campaña.

Ninguna ley es perfecta, pero si perfectible, ahí es donde los ciudadanos debemos seguir exigiendo al poder legislativo que transite hacia una ley electoral que abone hacia nuestra vida democrática.

Por César Manuel Jiménez Martínez