De niño recuerdo una canción que me gustaba y cada año se entonaba en las posadas parroquiales que decía: “La gente se quiere mucho el día de Navidad, qué lindo que todo el año la gente se quiera igual… por eso sea bienvenida mi querida Navidad…”. Sin duda una canción que refleja parte del ambiente que se respira en nuestra sociedad durante las fiestas decembrinas.  

En las familias, barrios, colonias, escuelas empresas, etc., se organizan convivios para celebrar alguna posada, el nacimiento del niño Jesús, el fin de año y diversos motivos más, para en un ambiente celebrativo pasar un rato agradable en compañía de los seres queridos o compañeros de camino.

Por otro lado, diversos grupos religiosos o de la sociedad civil organizada aprovechan las celebraciones de estos días para organizar actividades caritativas o altruistas en favor de las personas que viven en situación vulnerable, incluso al grado de la miseria y marginación. Son loables las diversas iniciativas que buscan compartir con los más necesitados, los pobres entre los pobres.

En mi experiencia personal, hace varios años, participé en una actividad que consistía en acudir el día 23 de diciembre a diversos hogares de la periferia de la ciudad de Xalapa, para obsequiar a las familias todo lo necesario para que pudieran tener una cena digna la Noche Buena del 24 de diciembre. Escribiría mucho sobre los testimonios, algunos desgarradores, que nos tocaba vivir al llegar con las personas y hacerles el regalo. Podría platicar de la señora que se puso a llorar en cuanto observó la enorme caja forrada con papel con decoraciones navideñas y cuyo motivo de llanto era el comentarnos que en toda su vida nadie le había regalado nada. Recuerdo también al niño que al escucharnos decir que les obsequiábamos lo necesario para su cena de Navidad, le preguntó a su mamá: “Mamá, ¿qué es una cena de Navidad?’” – “Hijo, le dijo la mamá, la gente rica celebra la Navidad con una cena”¡Aunque cueste trabajo creerlo! Es la realidad en que se encuentran miles de personas que viven en los cinturones de miseria de nuestras ciudades.

Desde hace 7 años en la Fundación Unidos Para Ayudar-Pleey, de la que orgullosamente formo parte, se organiza una gran Cena de Navidad, donde más de mil personas de la periferia de Xalapa participan y son los invitados de honor. Es un gran evento donde a las personas se les brinda transporte, despensas, cobijas, juguetes para los niños, cena caliente para todos, todo dentro de un clima de hermandad, alegría y felicidad.

Pero, no hace falta estar en una organización para poder ayudar a los demás, todos día a día tenemos la oportunidad de poder hacer algo por los demás, especialmente por los que no han contado con las mismas oportunidades que nosotros. Tampoco es indispensable hacer algún obsequio, aunque es bueno, pero a veces sólo basta una compañía, sonrisa, algún consejo o consuelo, porque más importante que dar es darnos, hacer el regalo de nuestras propias vidas.

A todos les deseamos una feliz Navidad rodeados de sus seres queridos y si les es posible, acercarse a alguien para hacerle providencia, el Creador y la vida se los recompensarán.

¡Feliz Navidad!

Por: César Jiménez Martínez