Quienes vivimos en Xalapa, nos sentimos indignados y preocupados por la enorme ola de actividades delictivas que inundan a la ciudad. Ponen en alto riesgo la vida, integridad y bienes materiales de los ciudadanos y todo esto con la indiferencia, impotencia, incompetencia e ineficacia de la autoridad correspondiente. Tal parece que hay temas más urgentes que abordar, en vez de aquellos que tienen que ver con el imperio de la ley y del Estado de derecho.
Día a día los ciudadanos somos testigos, y en el peor de los casos víctimas, de personas que transgreden la ley, han hecho del robo, extorción y secuestro un modus vivendi. En Xalapa se ha incrementado el robo de motocicletas. Con lujo de violencia o de manera sorpresiva, los delincuentes se han dado a la tarea de hurtar ese medio de transporte, que muchas veces es también herramienta de trabajo y que con tanto sacrificio adquirieron sus propietarios. La motocicleta, en algunas ocasiones, es robada para realizar algún acto delictivo, para posteriormente venderla completa o por piezas y en el mejor de los casos para los dueños, abandonarla en algún lugar.
Día a día por medio de los medios de comunicación y en las redes sociales, ciudadanos desesperados dan aviso del robo de sus vehículos, publicando sus fotografías y señas particulares, apelando a la ayuda ciudadana en su localización y posible recuperación. Tanto en el robo de motocicletas como de autos, los ciudadanos se sienten desamparados por la autoridad, experimentan el burocratismo de las oficinas de procuración de justicia y se encuentran indefensos ante las bandas criminales. En la vía pública y centros comerciales, los ciudadanos están siendo víctimas de verdaderas bandas de asaltantes, que con lujo de violencia y en ocasiones a mano armada, son despojados de sus pertenencias. No importa si es en el centro de la ciudad, a plena luz del día, los delincuentes actuan con total impunidad.
El robo a casa habitación, no sólo se vive en colonias populares, de la periferia de la ciudad, sino que ha llegado incluso a fraccionamientos exclusivos, en algunos de las cuales habitan políticos o funcionarios públicos que experimentan en carne propia la ola de violencia. Es muy común que los vecinos se estén organizando para realizar patrullajes, para poner sistemas de videovigilancia, contratar personal de seguridad de empresas privadas, en algunas zonas se aprecian lonas en espacios públicos donde se le da a conocer a los delincuentes que si son sorprendido cometiendo sus fechorías, no serán entregados a la autoridad, sino que por propia mano serán ajusticiados y muchas medidas más que son fruto del hartazgo y desesperación de los ciudadanos.
En temas tan fundamentales como la seguridad, los tres niveles de gobierno deben dejar a un lados sus diferencias, intereses e ideologías partidístas y poner por encima el bien común. Lo mismo debe aportar para nuestra ciudad el poder legislativo y judicial.
Recordemos que nos encontramos en periodo electoral, el próximo año tendremos la oportunidad de dar nuestro voto al partido o actores políticos que hayan dado respuesta a nuestras demandas. Es importante crear una agenda ciudadana, para que los partidos escojan a sus representante de acuerdo a las solicitudes de la población y no de intereses sectoriales.
Por César M. Jiménez Martínez