En México, durante los gobiernos de los años 70 y 80, surgió el dicho popular que hace alusión a que el último año de gobierno (federal, estatal y municipal) debe gastarse (o desviarse) todo el dinero que hubiese en las arcas públicas. La frase dice textual: “Este es el año de Hidalgo y chingue a su madre quien deje algo.”
Lo anterior viene a colación, por la nueva controversia en la que están metidos el alcalde de Xalapa, Américo Zuñiga Martínez, y el alcalde electo, Hipólito Rodríguez Herrero, referente al pago anual anticipado del agua. Éste conflicto en el que los ciudadanos, nuevamente, se encuentran en medio de las declaraciones y señalamientos que generan incertidumbre.
El alcalde Américo justifica el cobro del mismo, por tratarse de una forma de pago que por más de una década se viene realizando, trae beneficios a la ciudadanía y se compromete a la transparencia en el uso de los recursos, afirmando a tal grado que lo recaudado se guardará y será utilizado íntegramente por la nueva administración.
Por su parte el acalde electo Hipólito, cuestiona la medida recaudatoria por parte de una administración que va de salida, ya que por actitudes recientes, se ha creado una atmosfera de desconfianza entre los ciudadanos, ocasionando sospecha del mal uso de lo recaudado. De esta manera, se aplique a obra pública de último momento, se mal gaste, con el único fin de dejar en ceros a la administración entrante, con el fin de desestabilizar y desprestigiar.
Lo anterior ha generado confusión y duda entre los ciudadanos, sobre si se debe o no hacer el pago, si habrá el mismo beneficio del descuento. Por lo que es conveniente hacer una reflexión sobre lo mismo, para poder actuar en consecuencia, buscando el beneficio de la ciudad.
Se debe tener presente que no se trata solamente de un cambio de administración, sino del cambio de partido en el poder. En el pasado, al realizar el traspaso de poder entre administraciones priistas se tenía conocimiento del “uso y costumbre” del “Año de Hidalgo” y la autoridad entrante, aunque sufría el saqueo, lo toleraba, encubría, por tratarse de un gobierno emanado del mismo partido y sobre todo, porque sabía que en su momento, al final de su administración, le tocaría el turno para seguir el ritual y poderse beneficiar.
“La burra no era arisca, la hicieron” y “piensa mal y acertarás” versan dichos populares que aplican en el presente cuestionamiento y son el motivo por el cual, se debería plantear el ciudadano la cuestión de realizar un pago anticipado (aunque sea por un servicio) a una administración que no lo ejercerá, que legítimamente ya no le corresponde y cuya legalidad se ha puesto en duda.
Para evitar ese “sospechosísmo” resulta prudente realizar el pago a partir del primero de enero del año entrante, una vez que el nuevo gobierno tome las riendas de la administración pública y que, desde ahora a decir del alcalde electo, ofrecerá el mismo beneficio de descuento en el pago anual anticipado del agua. Más que entrar en un debate de sobre quien recae la razón, sería mejor, pensar en qué dicta el sentido común y lo que es más prudente.
Por César M. Jiménez Martínez