El pasado sábado, en la audiencia en el Reclusorio Norte el juez vinculó a proceso a Javier Duarte por los delitos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Independientemente de todo el entorno político, mediático e incluso electoral (camino al 2018), es el momento de dejar el caso a las autoridades competentes. El ministerio público y el poder judicial deben actuar con total apego a la ley, buscando sobre todo y por encima de todo hacer justicia. Se deben dejar a un lado las descalificaciones para las instituciones, tener una observación constante de su proceder y privilegiar que impere el espíritu de la ley.
Justicia es dar a cada quien lo que le corresponde de acuerdo a su propio derecho, a las instituciones, en este caso el poder judicial, le toca no sólo hacer cumplir la ley, sino sobre todo hacer justicia.
Justicia implica la obligación elemental de que quien cometa un delito sea verdaderamente juzgado y castigado. Que nunca la interpretación de la ley sea la rendija por donde escape la impunidad, sino un verdadero instrumento del juzgador para hacer justicia. Justicia donde se ponderen las garantías de los procesados, pero también y por igual se consieren y respeten los derechos de las víctimas.
Justicia implica sanción y consecuencia jurídica a quien delinque y con ello resarcir, aunque sea en parte, a quien ha sufrido por el delito. Justicia sin la cual no hay bien común. Justicia porque la impunidad carcome las condiciones elementales de perfeccionamiento o de desarrollo integral del ser humano. Justicia sin la cual tampoco hay seguridad. Porque la impunidad es el estímulo más poderoso, el incentivo más destructivo e interminable que hace que el delincuente, que observa que se puede delinquir sin que al final pase nada, vuelva a cometer acciones delictivas y las multiplique.
De tal forma, debemos dejar a un lado los reflectores de los actores que participan en el desarrollo del proceso judicial. Repito, hay que dar tiempo y espacio a la representación del ministerio público federal, a los jueces involucrados en el caso y hasta a la misma defensa y el acusado.
Seremos testigo de un proceso muy largo, complejo y que no siempre nos dejará satisfechos. Pero esto está iniciando apenas.
Por: César Jiménez Martínez