El pasado fin de semana, Veracruz vivió una de las jornadas más sangrientas en los últimos años, derivada por varias muertes, incluidas las de 4 niños y el Comisionado de la Policía Federal en Veracruz, Camilo Castagné. Independientemente de las circunstancias y motivos que causaron cada uno de los decesos, es algo totalmente reprobable, despreciable e incluso abominable. 

En la misma capital del estado, el fin de semana también se registraron varios hechos delictivos, algunos, incluso, ocasionando la muerte de personas. La inseguridad sigue tocando a la puerta de los hogares veracruzanos, nadie parece escapar a las garras de los delincuentes y bandas del crimen organizado. Los ciudadanos se siguen sintiendo vulnerables e inseguros.

Una y otra vez, el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, explica que lo que se está padeciendo es fruto de la corrupción y complicidad de las dos recientes administraciones pasadas, que el nivel de descomposición de las instancias gubernamentales de seguridad y cuerpos policíacos, fue tal, que se encontraban al servicio del crimen organizado y la plaza estatal había sido cedida a los delincuentes. 

Independientemente que se esté a favor del gobernador, lo que es un hecho verídico y comprobable, es que tiene razón en cada uno de sus señalamientos. Pero también, es cierto, que los ciudadanos tenían la plena confianza que verían soluciones a mediano plazo y pronto se respiraría un clima de paz y tranquilidad en el estado. Una confianza que se ha ido diluyendo, la ciudadanía está entrando en pánico, desesperación y angustia. Existe la percepción, entendible, que el gobierno estatal, las instancias federales de seguridad y la estrategia no están dando resultados, la batalla que se libra parece estar siendo ganada por los delincuentes.

Sin duda alguna, no se debe desestimar todos los esfuerzos del gobierno del estado, encabezados por el ejecutivo, los del gobierno federal, que junto con las fuerzas armadas, combaten, luchan por terminar con la delincuencia, para proveer de paz y tranquilidad a los ciudadanos. 

Hoy, Veracruz, una vez más es noticia a nivel nacional, noticia escrita con tinta roja, que indigna a la sociedad en general, invita a la compasión de un estado, que no sólo ha sido saqueado y reducido a escombros, sino de una población civil que está siendo presa del fuego cruzado y se enumera dentro de los daños colaterales. Veracruz y sus habitantes son un gran estado, que bajo ninguna circunstancia merece ni debe padecer el infierno por el que atraviesa.

Hoy el llamado de parte de la autoridad, primero que nada, debe ser a no perder la esperanza, a seguir confiando en los cuerpos de seguridad, tanto estatales como federales, a tener la certeza de que se está poniendo todo en la balanza para salir triunfadores ante la crisis. Los ciudadanos deben apoyar para poner un alto a la corrupción, a la impunidad, al flagelo de la inseguridad. Son más los buenos, que los malos. Nunca una minoría despiadada, bestial, puede estar por encima de las mujeres y hombres de buena voluntad.

Debemos al unísimo hacer resonar el grito de ¡BASTA YA!. Ni un muerto más. Ni una vida inocente más. Ni un hogar más, enlutado por la perversidad y la irracionalidad. Que enmudezcan ya los sonidos de las balas y la violencia, para dar paso al silencio de la justicia, la reconciliación y la paz. 

Juntos, sociedad y gobierno, deberán superar los tiempos terribles que se están viviendo. No se debe escatimar la confianza al gobernador y su administración. Se puede estar o no de acuerdo con ellos, se vale ser opuesto a su militancia e ideología partidista, pero lo que nunca se debe hacer es lastimar la institucionalidad, haciendo señalamientos sin sentido, con el sólo ánimo de afectar una imagen personal, por encima de la institución. Si primero no es la sociedad ante de los intereses de unos cuantos, los acontecimientos del fin de semana pasado seguirán sucediendo y lo peor de todo, se normalizarán.